El foco mediático sobre la migración africana se encuentra, desde hace años, en el Mediterráneo. Las más de 15.000 personas ahogadas desde 2014 intentando llegar a Europa han convertido el mar en la cara más visible de la muerte de personas refugiadas y migrantes. Pero quienes deciden iniciar “la aventura”, nombre que recibe este viaje en África, comenzaron el sueño europeo muchos kilómetros atrás. Países como Camerún, Senegal, Guinea Conakry, Costa de Marfil, Gambia o Malí son algunos de los puntos de partida de jóvenes que creen que el viejo continente les dará una oportunidad.
Tras recorrer distintos países, principalmente en autobús, y cruzar puestos fronterizos corruptos, estas personas convergen en un punto común: Agadez, la puerta del desierto. Agadez es una ciudad de Níger que se ha convertido en el epicentro de las salidas de migrantes hacia Europa tras el cierre de otras gracias a dispositivos de seguridad financiados por la Unión Europea. Desde esta ciudad nigerina salen camiones y pick-ups que atraviesan el desierto para dejar a sus pasajeros en Libia y Argelia. Esta parte de la ruta es una de las más complicadas y peligrosas. A pesar de la ausencia de cifras oficiales, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) asume que en el Sáhara deben de morir el doble de personas que en el Mediterráneo.